DISTANCIA
¡Ay de mí!,
perdida en la lejanía de su mirada
donde habita un deseo desvanecido,
allá, arrinconada y pequeña
me hallo, en la tristeza de lo imposible,
en un silencio furtivo.
Busco en sus labios el sabor de los arándanos rojos
bálsamo febril y amargo de lo no sido,
de mañanas rotas en el suicidio amoroso
donde me apuntan palabras que aún no han llegado.
Ya noto el regusto a sangre en mi boca
la oscuridad rodeando mi cuerpo
diminuto desde esa distancia, y nada,
nada que amortigüe el golpe.
¡Ay, de mí!
ya noto el jazmín que perfuma las estancias vacías
y el olor de las horas terribles...
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