Capítulo primero
..........El cielo se había alejado por lo menos diez metros.
..........Continuaba sentada, sin prisa. El choque debía haber roto las piedras, mi mano derecha palpaba unos cascotes. A medida que respiraba, el silencio iba atenuando la explosión de estrellas que, al caer, traqueteaban todavía en mi cabeza. Las aristas blancas de las piedras iluminaban débilmente la oscuridad: mi mano se separó del suelo, pasó al brazo izquierdo, subió hasta el hombro y bajó a través de las costillas hasta las caderas: nada. Estaba intacta, podía continuar.
..........Me levanté. Mi nariz fue bruscamente proyectada contra las zarzas y quedé tendida en forma de cruz: había olvidado examinar mis piernas. Atravesando la noche, voces sensatas y conocidas canturreaban:
..........-¡Cuidado, Anne, acabarás rompiéndote una pata!
.......... Me volví a sentar y comencé de nuevo a explorarme. Esta vez encontré, al nivel del tobillo, un extraño bulto que se hinchaba y latía bajos los dedos.
..........Cuando voy a la consulta, doctor, para intentar darme de baja, y le describo dolores imaginarios en sitios que considero inaccesibles; cuando tengo que subirles infusiones a la cama, hermanas, con mis pies de andarina modelo, yo que envidio sus indigestiones... Se acabó todo eso: ahora me van a cuidar, ustedes u otros, tengo la pata rota.
..........Alcé la vista hacia lo alto del muro donde toda esta gente quedaba durmiendo: ¡volé, queridas!. He volado, planeado y dado vueltas durante un segundo largo, bueno, un siglo. Y estoy aquí sentada, libre de los de ahí arriba, libre de vosotras.
..........Esta tarde todavía estaba atiborrada de atropina y me había inyectado bencina en los muslos. Rolande ya estaba libre y no tenía ningunas ganas de esperar hasta que volviese a buscarme: hacía lo imposible para que me enviasen al hospital donde sería más fácil sacar algo y los días se pulverizarían más rápidamente.
...........-¡Pero si está usted verde!- me dijo la celadora por la noche.
...........-he debido de rozarme con la pared- dije, sintiendo que mis mejillas se volvían cadavéricas y desarticulándome como para intentar ver la parte trasera de mi blusa. Precisamente estaban pintando las paredes del comedor, una pared amarilla, una pared azul, dos paredes verdes y los antepechos de las ventanas de color naranja para inventar el sol.
..........¡No, la que está verde es USTED! ¡Su cara! ¿No se encuentra bien?
...........Pero no he tenido tiempo de saborear la primera infusión. No bajaré la suave pendiente que está al otro lado de las murallas, detrás de la puerta. He preferido saltar. Sea como sea, estoy abajo, no muy lejos de la carretera. Tengo que llegar hasta allí, no quiero que me recojan a dos pasos del muro.
..........Todavía están lejos el sitio y la tarde en que volveré a ver a Rolande. Primero debo arrastrar hasta la carretera este bulto que no me deja andar... dos veces, tres veces, intento apoyar el pie: el rayo se despierta, me atraviesa la pierna.
..........Ya que los pies son inútiles, andaré con los codos y las rodillas. Me arrastro veinte metros, tropiezo con la maleza, vuelvo a las piedras, intentando orientarme.
..........Ha debido pasar otro siglo, no reconozco nada.
2 comentarios:
Enhorabuena por tu blog. Me parece muy atractivo. ¿No vas a incluir ninguna entrada nueva?
Muchas gracias por el ánimo y tu interés.Intentaré publicar con más frecuencia. Un saludo.
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